Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 2: El Nuevo Mundo
Página 1 de 1.
Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 2: El Nuevo Mundo
Capítulo 2: El Nuevo Mundo
La fundación de Quel´thalas
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(6800 años antes de la Primera Guerra)
Los Altos Elfos, liderados por Dath´Remar, dejaron Kalimdor atrás y retaron las tormentas del Maelstrom. Sus flotas navegaron el ancho mundo por muchos años, y descubrieron misteriosos reinos perdidos a lo largo de su viaje. Dath´Remar, quien había tomado el nombre de Sunstrider (“El que camina de día”), buscaba lugares de gran poder sobre los cuales construir el nuevo hogar de su pueblo.
Su flota finalmente llegó a las playas de un continente que más tarde sería llamado Lordaeron. Desembarcando, los altos elfos fundaron un asentamiento en los tranquilos Claros de Tirisfal. Después de pocos años, muchos de ellos comenzaron a volverse locos. Los sacerdotes altos elfos teorizaron que algo maligno dormía en esta parte particular del mundo, pero los rumores nunca pudieron ser probados. Los Altos Elfos levantaron su campamento y se movilizaron hacia el norte, donde existía otra zona rica en energías.
Conforme los Altos Elfos cruzaban las ricas tierras montañosas de Lordaeron, su viaje se volvía cada vez más difícil. Desde que se cortó su relación con las energías del Pozo de la Eternidad, muchos de ellos cayeron por el frío clima o murieron de enfermedades. El más desconcertante cambio, sin embargo, fue el hecho de que ya no eran inmortales ni inmunes a los elementos. Se volvieron más pequeños de lo que eran, y su piel se volvió blanca, perdiendo el color púrpura característico de su raza, y su cabello se volvió rubio, como el sol. Para complicar sus trabajos, encontraron increíbles criaturas que nunca habían visto en Kalimdor. También encontraron una tribu primitiva de humanos que cazaba en los antiguos bosques. Sin embargo, el mayor reto fue enfrentarse a los voraces y astutos trolls de Zul’Aman.
Estos trolls habían formado un gran reino, el Imperio Amani, y tenían la capacidad de regenerar su piel y sus miembros ante las más terribles lesiones, pero probaron ser una raza barbárica y malvada, y demostraban ser hostiles a los extranjeros que traspasaban sus fronteras. Los elfos desarrollaron una profunda animadversión por los viciosos trolls y los mataron donde quiera que los encontraban. Por siglos, el Imperio Amani combatió a otros reinos trolls que se habían asentado en los continentes del sur, los Gurubashi de la Jungla de Strangletorn, pero la llegada de los Altos Elfos fue considerada un insulto para sus ancestros y sus dioses.
Después de muchos años, los Altos Elfos finalmente encontraron una tierra que era parte remanente del antiguo continente de Kalimdor. En las profundidades de los bosques del continente, fundaron el reino de Quel´thalas, y se abocaron a crear un poderoso imperio que superara el de sus primos Kaldorei. Desafortunadamente la ciudad fue fundada sobre los restos de un antiguo asentamiento que los trolls consideraban sagrado. Casi inmediatamente, los trolls comenzaron atacar los asentamientos elfos en masa.
Los elfos, decididos a no abandonar su nueva tierra, utilizaron su magia para combatir a los salvajes trolls. Bajo el liderazgo de Dath’Remar, fueron hábiles para derrotar a las bandas guerreras de los Amani, que los superaban diez a uno. Algunos elfos, sin embargo, recordando las anteriores prevenciones de los Kaldorei, temieron que el uso de la magia pudiera llamar la atención de la derrotada Legión Ardiente. Por lo tanto, decidieron defender sus tierras con una barrera protectora que les permitiera realizar sus encantamientos. Construyeron una serie de monolíticas Runas en varios puntos alrededor de Quel´thalas que demarcaran las fronteras de la mágica barrera. Las Runas no solamente enmascaraban la magia elfa de ser detectada por otras dimensiones, sino que les ayudó a ahuyentar las supersticiosas bandas de trolls.
Con el paso del tiempo, Quel´thalas se transformó en un monumento al progreso mágico de los Altos Elfos. Sus vetustos palacios fueron forjados con el mismo estilo estructural que los antiguos salones en Kalimdor, pero respetando la topografía de la tierra. Quel´thalas comenzó a brillas como la joya que los Altos Elfos siempre soñaron. El Concejo de Silvermoon fue fundado para regir el poder sobre Quel´thalas, pero la dinastía de los Sunstrider siempre mantendría un módico poder político sobre la ciudad. Compuesto por siete de los más grandes señores de los Altos Elfos, el Concejo trabajaba para asegurar la seguridad de las tierras elfas y su pueblo. Rodeados por su barrera protectora, los Altos Elfos olvidaron las advertencias de los Elfos Nocturnos y continuaron usando la magia en casi todos los aspectos de sus vidas. En el centro de Silvermoon, sobre una enorme isla al norte de Zul’Aman, crearon el Pozo del Sol, con aguas remanentes del Pozo de la Eternidad que habían traído desde Kalimdor. Casi por cuatro mil años los elfos nocturnos vivieron pacíficamente dentro de la seguridad de su reino. Sin embargo, los conflictivos trolls no eran fáciles de derrotar. Estos se escondían en la profundidad de los bosques y esperaban que el número de sus bandas creciera. Hasta que, finalmente, un poderoso ejército troll emergió de los sombríos bosques e inició el asedio de la brillante Quel´thalas.
La Edad del Hombre - Arathor y las Guerras de los Trolls.
(2800 años antes de la Primera Guerra)
Mientras los Altos Elfos peleaban por sus vidas contra el continuo asedio de los trolls, los primitivos y nómadas humanos de Lordaeron peleaban por consolidar sus propias tierras tribales. Las tribus de la temprana humanidad luchaban unas contra otras con muy poca identidad de unidad u honor. Hasta que una de las tribus, conocida como los Arathi, tomó conciencia que la amenaza troll era muy grande para ser ignorada. Los Arathi se dispusieron a unir todas las tribus bajo su égida y proveer un frente unificado contra los trolls.
Durante el curso de los siguientes seis años, los astutos Arathi manipularon y derrotaron a las tribus rivales. Con cada victoria, los Arathi ofrecían paz e igualdad a los pueblos conquistados, con lo que se ganaban la lealtad del pueblo derrotado. Eventualmente, la tribu Arathi logró incorporar muchas tribus dispersas, y las filas de su ejército se volvieron enormes.
Considerando necesario prevenir un inminente ataque de los trolls, e incluso a los reclusivos altos si fuese necesario, los altos señores Arathi decidieron construir una poderosa ciudad-fortaleza en la región sureste de Lordaeron. La ciudad-estado, llamada Strom, se convirtió en la capital de la nación Arathi, Arathor. Conforme Arathor prosperaba, humanos de todo el inmenso continente viajaron hacia el sur, hacia la seguridad de Strom. Unidos bajo un solo estandarte, las tribus humanas desarrollaron una fuerte y optimista cultura. Thoradin, rey de Arathor, tenía conocimiento de la existencia de los misteriosos elfos de las tierras del norte, y del constante asedio de estos por los trolls, pero él rehuía arriesgar la seguridad de su gente para defender a los reclusivos extranjeros. Muchos meses pasaron hasta que rumores acerca de la derrota de los elfos llegaron del norte. No fue sino hasta que los embajadores de Quel´thalas llegaron a Strom que Thoradin decidió enfrentar la amenaza troll.
Los elfos informaron a Thoradin que los ejércitos troll eran inmensos y que una vez que los trolls destruyeran Quel´thalas, se volverían a atacar el sur. Los desesperados elfos, en su necesidad de ayuda militar, prometieron entrenar a un selecto grupo de humanos en la magia a cambio de la ayuda contra las bandas de guerra troll. Thoradin, sin conocer ninguna magia, decidió ayudar a los elfos. Casi inmediatamente, hechiceras elfas llegaron a Arathor y comenzaron la instrucción de los humanos en los caminos de la magia arcana.
Los elfos descubrieron que algunos humanos tenían una capacidad innata para controlar la magia, y una afinidad natural hacia ella. Cien hombres fueron instruidos en los secretos mágicos básicos de los elfos: no más absolutamente de los necesarios para combatir a los trolls. Convencidos de que sus estudiantes humanos estaban listos para ayudarles, los elfos dejaron Strom y viajaron hacia el norte al lado de los poderosos ejércitos del rey Thoradin.
Los ejércitos unidos de elfos y humanos irrumpieron fuertemente contra las bandas de trolls al pie de las Montañas Alterac. La batalla duró muchos días, pero los ejércitos de Arathor no se retiraron hasta que el último troll cayera. Los señores elfos dejaron caer todo el poder de su magia sobre los enemigos. Los cien magos humanos y una multitud de hechiceras elfas llamaron la furia de los cielos y la dejaron caer sobre los ejércitos trolls. Los fuegos elementales prevenían la regeneración de las heridas de los trolls y quemaban sus torturadas formas desde el interior.
Con los ejércitos trolls derrotados y en retirada, los ejércitos de Thoradin embistieron a cada uno de sus soldados. Los trolls nunca se recobrarían de su derrota, y la historia nunca volvería a ver a los trolls como una nación unida de nuevo. Segura Quel´thalas de la destrucción, los elfos juraron lealtad y amistad a la nación humana de Arathor y a la línea real de Thoradin. Humanos y elfos tendrían relaciones pacíficas en las épocas venideras.
Los Guardianes de Tirisfal
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(2700 años antes de la Primera Guerra)
Con la ausencia de los trolls de las tierras del norte, los elfos de Quel'Thalas se dedicaron a fortalecer su gloriosa patria. Los victoriosos ejércitos de Arathor volvieron a casa en la sureña Strom. La sociedad humana creció y prosperó, mientras que Thoradin, viendo como su reino se extendía, mantuvo a Strom como el centro del imperio arathoriano. Después de muchos pacíficos años de crecimiento y comercio, el poderoso Thoradin murió de vejez, dejando a la joven generación de Arathor libre para expandir el imperio más allá de las costas de Strom.
Los cien magos originales, quienes fueron instruidos en los caminos de la magia por los elfos, estudiaron sus poderes y estudiaron las místicas disciplinas de hacer encantos con mucho más detalle. Estos magos, inicialmente escogidos por su fuerza y noble espíritu, siempre practicaron la magia con cuidado y responsabilidad. Sin embargo, pasaron sus secretos y poderes a una generación nueva que no tenía concepto de los rigores de la guerra o la necesidad por sobrevivir. Estos jóvenes magos empezaron a practicar la magia por gusto personal sin ninguna responsabilidad para con sus congéneres.
Como el imperio se extendía hacia nuevas tierras, los jóvenes magos también viajaron hacia el sur. Usando sus poderes místicos, los magos protegían a sus hermanos de las criaturas salvajes de la tierra e hicieron posible la colonización en nuevas ciudades-estado construidas en las zonas salvajes. Sin embargo, como sus poderes crecían, los magos comenzaron a aislarse del resto de la sociedad.
La segunda ciudad-estado arathoriana, DALARAN, fue fundada al norte de Strom. Muchos magos de todos los confines de Strom dejaron atrás la ciudad y viajaron a Dalaran, donde esperaban usar sus nuevos poderes con gran libertad. Estos magos elevaron una inmensa espiral encantada, la Ciudadela Violeta, en Dalaran, y se sumergieron en lo profundo de sus estudios. De esta forma, los magos humanos aprendieron a convocar las ventiscas y la lluvia, a tele-transportarse de un lugar a otro, a volverse invisibles, a metamorfosear a otros seres en animales, e inclusive, lograron liberar a los Elementales de Agua de su prisión, y utilizarlos en el combate como aliados. Los ciudadanos de Dalaran toleraban a los magos y constituyeron una fuerte economía bajo la protección de las artes mágicas de sus defensores. Pero un secreto poder acechaba a los despreocupados humanos.
Los siniestros agentes de la Legión Ardiente, que habían sido expulsados con el estallido del Pozo de la Eternidad, fueron atraídos al mundo por los constantes hechizos de los magos de Dalaran, que había logrado romper el delgado hilo que separa la realidad de las dimensiones etéreas. Estos relativamente débiles demonios no aparecían como una fuerza peligrosa, pero causaban considerable confusión y caos en las calles de Dalaran. Muchos de estos demonios provocaron insólitos eventos, y los magos regidores de Dalaran decidieron ocultarlos del público. Los más poderosos magos fueron enviados a capturar a los elusivos demonios, pero a veces eran vencidos por algún solitario poderoso agente de Legión.
Después de unos pocos meses, los supersticiosos campesinos empezaron a sospechar que sus magos les ocultaban una terrible verdad. Rumores de una revolución empezaron a recorrer las calles de Dalaran y los paranoicos ciudadanos dudaban acerca de las prácticas y motivos de los magos que una vez admiraron. Posesiones, apariciones de temibles criaturas demoníacas, asesinatos sin motivo alguno, empezaron a producir el pánico entre los habitantes de la ciudad. Los Magos, temiendo una rebelión por parte de los campesinos y que Strom tomara acción contra ellos, se volvieron al único grupo que entendería su particular problema: los Altos Elfos.
Alarmados por las noticias de los Magos acerca de la actividad demoníaca en Dalaran, los elfos rápidamente a sus magos más poderosos a las tierras humanas. Los magos elfos estudiaron las energías en Dalaran, y elaboraron reportes detallados de actividad demoníaca en la ciudad. Concluyeron que eran debidas solamente a unos pocos demonios perdidos en el mundo, pero la Legión misma podría retornar si los humanos continuaban usando las fuerzas de la magia.
Recordando el pecado de sus ancestros, el Concejo de Silvermoon, que regía los elfos de Quel'Thalas, hizo un pacto secreto con los Magos de Dalaran. Los elfos informaron a los Magos acerca de la ancestral historia de Kalimdor y la Legión Ardiente, una historia que había estremecido al mundo. Informaron a los humanos que, mientras más tiempo usaran la magia, tendrían que proteger a sus ciudadanos de los malvados agentes de la Legión. Los Magos propusieron la noción de dar poder a un simple campeón mortal, quien utilizaría sus poderes colectivos para pelear una infinita guerra secreta contra la Legión. Esto permitiría a la mayoría de la humanidad ignorar por completo la existencia de los Guardianes y su guerra contra la Legión, por temor a que el pueblo entrara en pánico y paranoia. Los elfos estuvieron de acuerdo y propusieron fundar una orden secreta para dedicarse a la elección del Guardián y ayudarle a combatir el caos en el mundo. Esta era la forma en que los Altos Elfos se redimirían de sus pasadas faltas…
La sociedad estableció sus reuniones secretas en las sombrías Praderas de Tirisfal, donde primeramente desembarcaron los Altos Elfos en Lordaeron. Se llamaron a sí mismos como la secta secreta de los Guardianes de Tirisfal. Los campeones mortales serían escogidos para ser Guardianes y serían imbuidos por los poderes de los magos elfos y humanos. Solamente habría un Guardián a la vez, pero tendrían un vasto poder para derrotar a los agentes de la Legión donde quiera que los encontrara. El poder del Guardián era tan grande que solamente el Concilio de Tirisfal era capaz de elegir los potenciales sucesores del Guardián. Cuando un Guardián era muy viejo o débil en su guerra secreta contra el caos, el Concilio elegía un nuevo campeón, y bajo condiciones controladas, formalmente canalizar los poderes del Guardián en el nuevo agente.
Con el paso de las generaciones, los Guardianes ha defendido a la humanidad en su guerra invisible contra la Legión Ardiente sobre las tierras de Arathor y Quel´thalas. Arathor crecía y prosperaba mientras el uso de la magia engrandecía su imperio. Mientras tanto, los Guardianes se encargaban de observar cualquier signo de actividad demoníaca.
Ironforge – El despertar de los Enanos
Runas enanas de Ironforge
(2500 años antes de la Primera Guerra)
En tiempos ancestrales, después de que los Titanes partieron de Azeroth, sus hijos, los Titánides, continuaron su función de formar y guardar las profundidades abismales del mundo. Los Titánides no mostraron interés por los hechos de las razas que poblaban la superficie y solamente se inmiscuían en sus asuntos en las oscuras cavernas de la tierra.
Cuando el mundo fue destruido por la implosión del Pozo de la Eternidad, los Titánides fueron profundamente afectados. Sufriendo el dolor mismo de la tierra, los Titánides perdieron mucho de su identidad y se fundieron con las rocas de donde habían sido creados. Uldaman, Uldum, Ulduar... estos fueron los nombres de las antiguas ciudades donde los Titánides primeramente tomaron forma. Profundamente dormidos en la profundidad de las cavernas, los Titánides descansaron en paz por cerca de ocho mil años.
“No está claro por qué despertamos”- rezan las antiguas runas enanas. “Pero habíamos cambiado durante la hibernación. Nuestras rocosas formas se habían vuelto piel, y nuestros poderes sobre la piedra y la tierra habían desaparecido. Éramos criaturas mortales”.
Los últimos Titánides dejaron atrás los salones de Uldaman y se aventuraron a caminar sobre la superficie. Nunca abandonaron la seguridad de las profundidades y las maravillas de las cavernas, por lo que fundaron un vasto reino bajo la más alta montaña de la tierra. Llamaron a su tierra, Khaz Modan. Construyeron un altar para su padre el Titán Khaz´goroth, y fundaron una poderosa forja en el corazón de la montaña. La ciudad que creció alrededor de la forja se llamó IRONFORGE. A partir de ese instante, se llamarían asimismo Enanos.
Los enanos, por naturaleza fascinados con las gemas y la piedra, construyeron minas en las montañas circundantes para extraer ricos y preciosos metales. Felices con sus trabajos bajo la tierra, los enanos se despreocuparon de las ligerezas de sus vecinos de la superficie.
Los Siete Reinos
Archivos de Kirin Tor
(1200 años antes de la Primera Guerra)
Strom continuó actuando como capital de Arathor, pero al igual que Dalaran, muchas nuevas ciudades-estado aparecieron a lo largo del continente de Lordaeron. Gilneas, Alterac, y Kul Tiras fueron las primeras ciudades-estado en levantarse, y aunque tenían sus propios gobiernos y relaciones comerciales, seguían bajo la autoridad unificada de Strom. Bajo el ojo vigilante de la Orden de Tirisfal, Dalaran se convirtió en el corazón del aprendizaje para los magos de toda la tierra. Los Magos que regían Dalaran crearon el KIRIN TOR, una cámara especializada encargada de catalogar y registrar cada hechizo, artefacto y objeto mágico conocido por la humanidad a través del tiempo.
Gilneas y Alterac se convirtieron en fuertes soportes militares de Strom y desarrollaron grandes ejércitos que exploraron las montañosas tierras de Khaz Modan. Fue durante este periodo que los humanos conocieron a la antigua raza de enanos y viajaron a la cavernosa ciudad subterránea de Ironforge. Los humanos y los enanos intercambiaron muchos secretos acerca de los usos del metal y la ingeniería y descubrieron una singular y mutua afinidad por las batallas y el relato de historias.
La ciudad-estado de Kul Tiras, fundada sobre una gran isla al sur de Lordaeron, desarrolló una próspera economía basada en la pesca y el comercio mercante. Con el tiempo, Kul Tiras construyó una poderosa armada que exploró los mares y tierras conocidas en busca de bienes exóticos para comercial. Mientras la economía de Arathor florecía, sus fuertes componentes empezaron a desintegrarse.
Con el tiempo, los señores de Strom decidieron movilizar sus estados a las fértiles tierras del norte de Lordaeron y dejar sus áridas tierras del sur. Los nietos del rey Thoradin, los últimos descendientes de la dinastía Arathi, argumentaron que Strom no debería ser abandonada, lo que incurrió en el descontento de los grandes ciudadanos, dispuestos a partir. Los señores de Strom, observando la pureza del intocado norte, decidieron dejar atrás su ancestral ciudad. Hacia el norte de Dalaran, los señores de Strom construyeron una nueva ciudad que llamaron LORDAERON. El continente entero tomó el nombre de esta ciudad. Lordaeron se convirtió en una meca religiosa y en refugio de paz y seguridad para todos los desvalidos.
Los descendientes de los Arathi, permanecieron fieles a los antiguos muros de Strom, decidieron viajar hacia el sur sobre las rocosas montañas de Khaz Modan. Su viaje finalmente terminó luego de muchas eras, y se asentaron en el norte del continente que luego se llamó AZEROTH. En un fértil valle fundaron el reino de Stormwind, el cual se convirtió en un poderoso reino. Los pocos guerreros que permanecieron en Strom decidieron guardar los ancestrales muros de la ciudad. Strom ya no era más el centro del imperio, pero se desarrolló en una nueva nación conocida como Stormgarde (La Guardia de Strom). Conforme cada ciudad prosperaba y crecía, el imperio arathoriano se vio efectivamente desintegrado. Cada nación desarrolló sus propias costumbres y creencias, y se fueron separando unas de otras. La visión del rey Thoradin de una humanidad unida había finalmente fracasado.
Aegywnn y la cacería del Dragón
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(830 años antes de la Primera Guerra)
Como las rivalidades políticas y militares de las siete naciones humanas aumentaban y empeoraban, la línea de los Guardianes estaba en constante vigilancia contra el caos. Hubo muchos Guardianes a través de los años, pero solamente uno tenía los poderes mágicos de Tirisfal a la vez. Uno de los últimos Guardianes se distinguió como un poderoso guerrero contra la sombra. Magna Aegwynn, una bravía chica humana, ganó la aprobación de la Orden y se le dio el manto de los Guardianes. Aegwynn trabajaba vigorosamente en cazar y erradicar a los demonios donde quiera que los encontrara, pero a menudo cuestionaba la autoridad del Concilio de Tirisfal, dominado por hombres. Ella creía que los ancestrales elfos y los envejecidos magos que presidían el Concilio eran demasiado rígidos en sus pensamientos y no tenían la decisión suficiente de poner fin al conflictivo caos. Impaciente con las lentas discusiones y debates, decidió probarse a sí misma y a sus superiores, por lo que frecuentemente demostraba un valor más allá del entendimiento en situaciones cruciales.
Como su dominio de poder cósmico de Tirisfal crecía, Aegwynn descubrió que un creciente número de poderosos demonios había aparecido en el congelado continente de Northrend. Viajando al distante norte, Aegwynn encontró a los demonios entre las montañas. Descubrió que estos demonios habían cazado a uno de los últimos dragones sobrevivientes y habían absorbido la magia innata de las ancestrales criaturas. Los poderosos dragones azules, hijos de Malygos el Forjador de Conjuros, con el aumento de las sociedades mortales sobre el mundo, decidieron enfrentarse ellos mismos a las oscuras artes mágicas de la Legión. Aegwynn confrontó a los demonios, y con ayuda de los nobles dragones, los vencieron. Sin embargo, tan pronto como el último demonio desapareció del mundo, una gran tormenta emergió desde el norte. Una enorme figura oscura apareció sobre el cielo de Northrend. Sargeras, el rey de los demonios y señor de la Legión Ardiente, apareció ante Aegwynn y la atacó con increíble energía. Le dijo a la joven Guardiana que el tiempo de Tirisfal estaba a punto de llegar a su fin y que el mundo pronto sería devorado por la Legión.
La valiente Aegwynn, creyéndose suficientemente fuerte para pelear con el amenazante dios, lanzó sus poderes contra Sargeras. Con desconcertante facilidad, Aegwynn derrotó al demonio y logró matar su forma física. Creyendo que el espíritu de Sargeras había pasado al abismo, la noble Aegwynn llevó su ruinoso cuerpo a uno de los antiguos salones de Kalimdor que se encontraba cerca del centro del mar, donde colapsó el Pozo de la Eternidad. Aegwynn nunca sospechó que eso era exactamente lo que Sargeras había planeado...
Guerra de los Tres Martillos
Runas enanas de Ironforge
(230 años antes de la Primera Guerra)
Los enanos de Ironforge vivieron en paz por muchas centurias. Sin embargo, su sociedad había crecido entre los confines de sus montañosas ciudades. Mientras el poderoso Alto Rey Enano, Modimus Anvilmar, regía sobre los enanos con justicia y visión, tres poderosas facciones se fortalecieron sobre la sociedad enana.
El Clan Bronzebeard, regido por el Rey Madoran Bronzebearb, muy cercano al Alto Rey y tradicionalmente defensores de Ironforge. El Clan Wildhammer, regido por el Rey Khardros Wildhammer, habitaba los fuertes y minas cercanos a la base de la montaña y ganaba cada vez más control sobre la ciudad. La tercera facción, el Clan Dark Iron, estaba regido por el rey-hechicero Thaurissan. Los enanos de este clan habitaban las profundas sombras dentro de la montaña y conspiraban contra los Bronzebeards y Wildhammers.
Por un tiempo las tres facciones mantuvieron la paz, pero las tensiones estallaron cuando el Alto Rey Anvilmar murió de avanzada edad. Los tres clanes en pugna estallaron en una guerra por el control de Ironforge. La guerra civil enana rugió bajo la tierra por muchos años. Eventualmente los Bronzebeards, con un ejército más grande y fuerte, expulsaron a los Dark Iron y a los Wiildhammers fuera de la montaña.
Khardros y sus Wildhammers viajaron hacia el norte a través de las puertas de Dun Algaz, y fundaron su propio Reino en el distante pico de GRIM BATOL. Allí, los Wildhammers cavaron y reconstruyeron sus perdidos tesoros. Thaurissan y sus Dark Iron no tuvieron tanta suerte. Humillados y encolerizados por su derrota, deseaban venganza contra Ironforge. Guiando a su gente hacia el sur, Thaurissan fundó una ciudad (que llamó como el mismo) bajo las bellas Montañas Redridge. Prosperidad y el paso de los años no disminuyeron el rencor de los Dark Iron contra sus primos. Thaurissan y su esposa hechicera, Modgud, lanzaron dos prolongados asaltos contra Ironforge y Grim Batol. Los Dark Irons reclamaban Khaz´Modan para ellos solos.
El ejército Dark Iron atacó los fuertes de sus primos y estuvieron cerca de tomar ambos reinos. Sin embargo, Madoran Bronzebearb lideró a su clan a la decisiva victoria sobre el ejército de brujos de Thaurissan. Este y sus sirvientes se retiraron a la seguridad de la ciudad, sin conocer la suerte del ejército de Modgud contra Khardros y sus guerreros Wildhammer. Conforme enfrentaba a sus enemigos, Modgud usaba sus poderes para sumir en miedo sus corazones. Las Sombras se movían a su mandato, y criaturas tenebrosas brotaban de la tierra para atacar a los Wildhammers en sus propios salones de Grim Batol. Eventualmente Modgud rompió las puertas de la ciudad y empezó el asedio del fuerte principal. Los Wildhammers pelearon desesperadamente, Khardros mismo tomó sus mazas y mató a la reina-bruja. Con su reina muerta, los Dark Irons sufrieron la furia de los Wildhammers, huyeron hacia la fortaleza de su rey, solamente para toparse con los ejércitos de Ironforge, que habían acudido en ayuda de Grim Batol. Atrapados entre los dos ejércitos, los últimos Dark Iron fueron destruidos.
Los ejércitos unificados de Ironforge y Grim Batol se dirigieron al sur para destruir a Thaurissan y sus Dark Irons de una vez por todas. Este, desesperado en su furia, invocó un hechizo de proporciones cataclísmicas. Tratando de invocar un ser sobrenatural que le asegurara la victoria, Thaurissan convocó antiguos poderes durmientes bajo el mundo. En su estado de shock, y para su perdición, la criatura que emergió no podía ser más terrible que cualquier pesadilla que se pudo imaginar.
Ragnaros el Señor del Fuego, el inmortal señor de los fuegos elementales, derrotado por los Titanes cuando el mundo era joven, emergió entre potentes llamaradas. Liberado por el llamado de Thaurissan, Ragnaros erupcionó de nuevo a la superficie. El renacimiento apocalíptico de Ragnaros en Azeroth resquebrajó las Montañas Redridge y creó un furioso e inmenso volcán en el centro de la devastación. El volcán, llamado Blackrock Spire, estaba limitado por la Costa Rugiente al norte, y las Estepas Ardientes al sur. Muerto Thaurissan por las fuerzas que el mismo liberó, sus hermanos sobrevivientes fueron esclavizados por Ragnaros y sus elementales de fuego. Él domina Blackrock Spire hasta el día de hoy. Observando la horrorifica devastación y los fuegos de las montañas del sur, los reyes Madoran y Khardros levantaron sus ejércitos y retornaron a la seguridad de sus reinos, eludiendo dar la cara a la ira de Ragnaros.
Los Bronzebeards volvieron a Ironforge y reconstruyeron su gloriosa ciudad. Los Wildhammers retornaron a Grim Batol. Sin embargo, la muerte de Modgud había dejado en un terrible estado el fuerte, y los Wildhammers lo encontraron inhabitable. El Rey Bronzebearb ofreció a los Wildhammers un lugar para vivir dentro de las fronteras de Ironforge, pero los Wildhammers lo rechazaron. Khardros tomó a su pueblo y lo llevó hacia el norte, hacia las tierras de Lordaeron. Ingresando en los frondosos bosques de Hinterland, los Wildhammers construyeron una ciudad en Aerie Peak, donde los Wildhammers estuvieran en contacto con la naturaleza y eventualmente domaron a los grifos del área.
Tratando de mantener relaciones de comercio con sus primos, los enanos de Ironforge construyeron dos grandes arcos, los Thandol Span, un puente entre Khaz Modan y Lordaeron. Interesados en el comercio mutuo, ambos reinos prosperaron. Luego de la muerte de los reyes Madoran y Khardros, sus hijos construyeron dos grandes estatuas en honor a sus padres. Las dos estatuas montan guardia sobre el paso de las tierras sureñas, que se volvieron volcánicas por la presencia de Ragnaros. Ellas servirían como advertencia a todo el que quisiera atacar los reinos enanos, y como un recuerdo del precio que los Dark Iron pagaron por sus crímenes Los dos reinos permanecieron aislados por algunos años, pero los Wildhammer cambiaron mucho por los horrores vividos en Grim Batol. Tomaron la decisión de de permanecer en la superficie, sobre las rocas de Aerie Peak, en lugar de cavar un vasto reino bajo la montaña. Las diferencias ideológicas entre ambos reinos enanos eventualmente los condujeron por caminos distintos.
El Último Guardián
Según la biblioteca secreata de los Altos Elfos
(45 años antes de la Primera Guerra)
La Guardiana Aegwynn acrecentó sus poderes los años subsiguientes y las fuerzas de Tirisfal extendieron grandemente su vida. Creyendo que había derrotado a Sargeras para bien, continuó salvaguardando al mundo de las fuerzas diabólicas por cerca de novecientos años. Sin embargo, el Concilio de Tirisfal finalmente decretó que su tiempo había llegado a su fin. El Concilio ordenó a Aegwynn volver a Dalaran para que su sucesor fuera escogido. Pero Aegwynn difería del Concilio, y decidió escoger ella misma a su sucesor.
Planeó dar a luz un hijo al cual le heredaría todo su poder. No tenía intención de que la Orden de Tirisfal manipulara a su sucesor como la había manipulado a ella. Viajando a la sureña nación de Azeroth, Aegwynn encontró al perfecto padre para su hijo: un astuto mago humano conocido como Nielas Aran. Aran era el mago de la corte del rey de Azeroth. Aegwynn sedujo al mago y concibió de él un hijo. La afinidad natural de Nielas por la magia marcó profundamente al niño no nacido y luego definiría los trágicos pasos que tomaría cuando fuese adulto. El poder de Tirisfal fue heredado al niño, pero este no se manifestaría hasta su madurez.
Pasado un tiempo, Aegwynn dio a luz a un hijo varón. Llamándolo Medivh, que significa "guardián de los secretos" en la lengua de los altos elfos, Aegwynn creía que el niño, al llegar a la madurez, sería el próximo Guardián. Desafortunadamente no sabía la terrible verdad de los planes de Sargeras: el maligno espíritu del oscuro Titán se había ocultado en su interior después de su batalla con él, y había poseído al indefenso niño mientras este estaba en el vientre de su madre. Aegwynn no tenía idea que el próximo Guardián estaba realmente poseído por su más grande némesis. Asegurándose que su bebe creciera sano y fuerte, Aegwynn llevó al pequeño Medivh a la corte de Azeroth y lo dejó para que fuese criado por su padre mortal y su pueblo. Ella lo seguiría vigilando desde la sombra, preparándose para cederle su poder cuando estuviera listo. Medivh creció para convertirse en un muchacho fuerte, sin tener idea del gran poder que albergaba su espíritu.
Sargeras esperó su momento para manifestar su poder en el joven. Con el tiempo, Medivh llegó a la edad de la adolescencia, y se había convertido en un joven apuesto y popular en Azeroth por la facilidad con que progresaba en los estudios mágicos con su padre, y por las aventuras con sus dos mejores amigos: Llane, príncipe de Azeroth, y Anduin Lothar, uno de los últimos descendientes de la línea sanguínea Arathi. Los tres muchachos constantemente hacían travesuras por todo el reino, pero eran amados por los ciudadanos en general.
Cuando Medivh cumplió los 14 años, el poder cósmico dentro de el despertó e inició una lucha terrible con el invasor espíritu de Sargeras, combatiendo por su alma. Medivh entró en un estado catatónico que duró muchos años. Al despertar de su coma, se halló en la madurez, y sus amigos Llane y Anduin se habían convertido en los regentes de Azeroth. Aunque deseaba profundamente utilizar sus increíbles poderes para proteger su tierra, el oscuro espíritu de Sargeras trastornó sus emociones y pensamientos, para llevarlos a un terrible final.
Sargeras había dominado el confundido corazón de Medivh, y ahora sus planes de una segunda invasión demoníaca sobre el mundo estaban casi completos. Y el último Guardián del mundo le ayudaría en sus oscuros propósitos.
Raphal- Cantidad de envíos : 155
Votación : 233
Reputación : 14
Fecha de inscripción : 09/03/2011
Edad : 32
Localización : Frente al PC
Temas similares
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 1: Mitos
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 3: La Perdición de Draenor
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 4: Alianza y Horda
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 5: El Retorno de la Legión Ardiente - Parte 2-2
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 5: El Retorno de la Legión Ardiente - Parte 2-1
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 3: La Perdición de Draenor
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 4: Alianza y Horda
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 5: El Retorno de la Legión Ardiente - Parte 2-2
» Historia del Mundo de WarCraft - Capítulo 5: El Retorno de la Legión Ardiente - Parte 2-1
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.